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RELATO DE UNA NOCHE



Era una noche fría, como las que se acostumbra en esta temporada. El bosque oscuro, la niebla no podía faltar y mi sed de hambre era más fuerte conforme transcurría el tiempo. Me dirigí silenciosamente hacia mi lugar favorito, todo estaba en silencio, la puerta cerrada, de algún modo logré abrirla, todos estaban durmiendo, sigilosamente caminé hacia donde estaban ellas, mi sobra cubría sus caras, y se hacía más temible con la luz de la casa de enfrente.
Mi cuerpo grande, sus cuellos de princesa no podrían contra mis temibles garras y colmillos. Acerqué mis colmillos, poco a poco fui sintiendo su piel, la descuarticé, la sangre se esparció por el lugar y en mi cuerpo. Los gritos de todos no se hizo esperar, querían huir, aun los más fuertes no podían contra mis garras, maté a todos los que pude, el piso lleno de sangre era testigo de mi ataque, de mi furia incontrolable. Los vecinos de la casa de enfrente encendieron sus luces, sacando sus escopetas, tomé un cuerpo fresco y me lo llevé, huyendo por mi vida.
Corrí hasta cansarme, los guardias me perseguían, el último encuentro con ellos había sido desastroso, había matado a dos, pero mis cicatrices aún dolían. Tuve que dejar el cuerpo tirado, ya no podía cargarlo más, uno de los guardianes me bloqueó el paso, mientras que el resto ya estaba a mis espaldas, qué podía hacer, ya no tenía escapatoria, más que la de luchar por mi vida. El que tenía enfrente me atacó primero, sus colmillos atravesaron una de mis piernas, el resto no se había quedado inmóvil, atacaron con todo lo que tenían, defendiendo sus propiedades.
Cuando mi cuerpo ya no pudo más, intenté hacer mi última jugada, era demasiado tarde, un balazo atravesó mi cuello, mi cuerpo inerte quedó ahí, bajo aquella luna, era como si de pronto todo desapareciera, aquella luna era lo único visible, aquella luna que daba testimonio de mis asaltos. Sólo que ésta vez, iba a ser el último, era mi última noche, pero no la única para el resto de los míos.